Parece ser que produjo cierta,y no disimulada sorpresa la anunciada dimisión de rey,anunciada hoy de modo sorpresivo después de múltiple y variadas negativas de que tal acontecimiento estuviese dentro de las reales previsiones.
Parece ser que produjo cierta,y no disimulada sorpresa la anunciada dimisión de rey,anunciada hoy de modo sorpresivo después de múltiple y variadas negativas de que tal acontecimiento estuviese dentro de las reales previsiones.
El hecho de que dimita unry,o una reina, no encierra en sí una gran novedad en los "países de nuestro entorno",como suelen decir con voz engolada nuestras ínclitas autoridades cuando nos van a contar una mentira,tenemos ejemplos recientes de dimisiones que ,en realidad,fueron tratadas como lo que realmente son; actos protocolarios, que pueden levantar ciertas curiosidades ma o menos morbosas,pero de nula importancia política.
En nuetro país,que gusta de tirar tanto a lo dramático y tan proclive a grandilocuencias, probablemente no se desaproveche la oportunidad para montar crónica excelsa. Pero lo cierto era que la dimisión no anunciada hasta hoy, estaba cantada.
Un rey desprestigiado y enfermo,con evidentes incapacidades físicas y no grandes luces intelectuales daba una penosa impresión de decadencia ante un país tan necesitado de ilusiones e imprimía a la monarquía un aire entre nostálgico y caduco.
El hasta ahora príncipe, al que hay que desear éxito,va a tener una difícil tarea, muy difícil tarea: convencernos de que la monarquía es, para este país, un sistema más ventajoso que la república.
Quiero equivocarme pero no creo que lo consiga.
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