lunes, 20 de mayo de 2024 23:01
Sociedad

Kiko Rivera e Isabel Pantoja se vuelven a encontrar en Cantora tras un año de duros enfrentamientos

El fallecimiento de doña Ana en la madrugada de este martes pillaba a Kiko Rivera en la isla de La Graciosa para acudir a la boda de su prima Anabel Pantoja. "Perdido" y "sin saber qué hacer", el Dj decidía finalmente poner rumbo a Sevilla y hacer caso a su corazón pues, en un momento tan duro para toda la familia, era el momento de aparcar su guerra contra su madre, Isabel Pantoja.

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Kiko Rivera, a su llegada a Cantora con su primo Manuel Cortés

Kiko Rivera en su llegada a Cantora @ep


El fallecimiento de doña Ana en la madrugada de este martes pillaba a Kiko Rivera en la isla de La Graciosa para acudir a la boda de su prima Anabel Pantoja. "Perdido" y "sin saber qué hacer", el Dj decidía finalmente poner rumbo a Sevilla y hacer caso a su corazón pues, en un momento tan duro para toda la familia, era el momento de aparcar su guerra contra su madre, Isabel Pantoja.


Destrozado por la muerte de su 'yaya', Kiko admitía al programa 'Sálvame' que aunque a él se le había muerto una abuela, a su madre - aunque sea como es - se le había muerto su madre y en estos momentos necesitaba ir a Cantora y, si le dejaban entrar, dar un abrazo a la tonadillera, devastada tras la marcha de uno de los pilares de su vida.


A altas horas de la madrugada, y tras una odisea de viaje en compañía de su hermana Isa, de su prima Anabel y de Raquel Bollo que incluyó un ferry, dos aviones y cerca de 150 kilómetros en coche desde Sevilla a Medina Sidonia, Kiko entraba por fin en Cantora.


Lo hacía visiblemente abatido, con su inseparable gorra, y en el sitio del copiloto de un coche conducido por su primo, Manuel Cortés. Sin hacer declaraciones, el Dj llegaba a la famosa finca para reencontrarse, un año después, con Isabel Pantoja y dar el último adiós a su abuela. A continuación, las imágenes del momento.


En torno a las 4 de la madrugada y tras permanecer varias horas con su madre en Cantora, Kiko abandonaba la finca acompañado por Manuel y sin detenerse a atender a nuestras cámaras. Agotado y sacando fuerzas de flaqueza, el marido de Irene Rosales levantaba el pulgar, un gesto significativo de que todo ha ido bien en su esperado reencuentro con su madre después de un año sin ningún tipo de relación. ¡Dale al play y no te pierdas el momento!


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