Tal y como pintan las cosas a Artur Mas y a la CUP les conviene mantener la "estrategia del misterio" de una reunión entre ambos a la que no asistió ningún miembro destacado de Convergència. Ahora que ya sabemos que el Estado está dispuesto a defender la legalidad vigente, al President en funciones de menos de la mitad de Catalunya le ha entrado la prisa de que lo invistan de forma inmediata para así evitarse el sonrojo de verse fuera del martirologio venidero porque ni siquiera los de su coalición le quieren en la Plaza de Sant Jaume.
Cuando una reunión tan importante es un misterio, es como si nunca se hubiera celebrado, porque conspirar a la sombra, no es reunirse, sino maquinar secretamente para que los intereses personales prevalezcan sobre los del bien común. Ser independentista es legítimo aunque no lo sea legal, tanto como declararse federalista o unionista aunque esta última opción si la ampara la ley. Querer ser el protagonista de la historia a costa de su propio pueblo, es, no solo, indigno, sino tremendamente injusto para el electorado que se ha creído sus mentiras envueltas en los colores de una bandera milenaria.
Si Jordi Pujol i Soley cometió la indignidad de mentir a las diputadas y diputados en el Parlament de Catalunya, algo que hemos podido comprobar tras leer el escrito de su puño y letra en un banco de Andorra, ¿por qué no pensar que su hijo político siguiendo su ejemplo no ha hecho lo mismo con todos los catalanes para mantener su insaciable ego personal y político? Lo dicho la reunión entre Mas y la CUP nunca existió, y si me equivoco que me expliquen lo que han tramado.
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