Con este eslogan sencillo pero contundente, la CUP ha cerrado su Asamblea en la que el No a Mas se ha hecho visible en un momento en el que Junts pel si ya daba por ganado el tema de la presidencia colegiada. Tres cuartas parte de los asamblearios han decidido que los únicos imprescindibles son ellos mismos y quienes estén dispuestos a escoger la ruta soberana en la que no cabe una presidencia con Artur Más al frente. Es una decisión firme que no esconde la voluntad de los dirigentes de la CUP de aceptar otro candidato como Romeva o el mismo Junqueras: Cualquiera excepto Mas.
Y si esta condición se cumple, quiere decir que el candidato convergente da un paso hacia atrás dejando a sus compañeros en un situación casi desesperada política y electoralmente hablando, o bien Esquerra da un paso hacia delante y rompe el acuerdo que tiene firmado con el President, corriendo el evidente riesgo de que cuando haya que votar en el Parlament no le lleguen los votos que le daría la CUP, porque perdería bastantes más de la propia coalición que no querrían dejar solo a Mas. Es un círculo infernal que no tiene otra salida que o un tamayazo a la madrileña, o unas elecciones en Febrero, donde el panorama político español estaría más claro, con un gobierno de coalición en lugar de la actual mayoría absoluta popular a la que las encuestas no acaban de darle su confianza y condenan a pactar con ciudadanos o irse a la oposición si Socialistas, Podemos e Izquierda unida deciden aliarse para construir un tripartido de izquierdas a la portuguesa.
Ha sido pues un día pésimo para un político que, de haber tenido un poco de sentido común podría haberse despedido de la Generalitat de una forma más digna de la que va a tener que hacerlo. Porque, no nos engañemos, pase lo que pase en las próximas semanas, la imagen ofrecida por el hijo político de Pujol ha sido penosa y sobre todo por la que hemos sentido vergüenza una mayoría de catalanes, independentistas o no, que ya estamos hartos de tanto monotema y de esa manía de arrastrarse para conseguir unos votos con los que agarrarse a un sillón, con el que el protagonista supone que aún puede negociar un indulto para determinada familia o para los compañeros caídos en la desgracia judicial que les espera. No haberse tomado en serio a los de la CUP, ha sido para Mas y los suyos un error fatal. ¿Querrán seguir negociando?
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