No sé ustedes, pero uno tiene la extraña sensación de que el país funciona mejor cada día que pasa. Tanto ministro afanado en explicarnos sus habilidades para gobernarnos resultaba demasiado agobiante. Y ahora que están en funciones, se les nota como más eficientes. Será que, como no dicen ni pío, la oposición tampoco encuentra la manera de criticarles. Y en esa especie de silencio político se vive mejor que cuando se empeñaban, por ejemplo, en contarnos al dedillo la Ley Wert y provocaban un escándalo monumental en la comunidad docente o en la universitaria, o la liaban parda al pretender que la reforma laboral fuera mano de santo para la crisis y los sindicatos respondían lanzándose a la yugular de la Señora Ministra que, antes de serlo y comerse con patatas fritas los contratos indefinidos, saboreaba con gran "profesionalidad" los chuletones de la carnicería familiar, como los catalanes engullen estos días de carnaval, con reconocida pericia, los famosos calçots de Valls.
Tendré que preguntarle a mi amigo Edison el belga si a él le pasaba lo mismo cuando en su país, la Bélgica con un Rey que se ha ido hace unas semanas a un Balneario mientras sus compatriotas se encerraban en sus casas por una amenaza yihadista, se vivía mejor durante los 500 días que permaneció sin gobierno, en los que el democristiano Yves Leterme pasó a ser el interino mejor pagado de Europa. No conozco, de momento, su repuesta, pero lo expertos comunitarios aseguran que la economía mejoró, que el paró bajo y que hasta el PIB llegó a cotas inesperadas. En fin, que a los belgas les pasó como ahora a nosotros: que sus gobernantes les dejaron vivir en paz y pudieron funcionar con el piloto automático, que como todo el mundo sabe en esta Comunidad Europea lo manejan los profesionales de la cosa pública, o sea: los miles de funcionarios a los que ningún Rajoy o Sánchez pueden despedir porque tienen la plaza fija, que para eso han ganado unas oposiciones. Tienen sus defectos, pero a la hora de la verdad, o sea, ahora mismo, están mas cerca de lo que le pasa a la gente que de quienes nos gobiernan. ¿Será porque los que mandan, cuando vuelven a retomar el poder, les congelan el sueldo o les quitan las pagas extraordinarias?
Pero, como bien recuerda aquel viejo refrán, "poco dura la alegría en casa del pobre". Independentistas y constitucionalistas de pro, españolitos… todos estamos a punto de despertarnos de nuestro dulce sueño, ya que su Majestad, Felipe VI, Dios le perdone, en lugar de irse a Mondariz donde podría disfrutar de unas aguas termales incomparables como hizo su colega Alberto II en la vecina Francia, se ha quedado en la Zarzuela a la que ha llamado a su despacho al vasco Patxi López, para que, "raudo y veloz", le monte otra rueda de consultas, que mucho me temo acabará con la paz que ahora disfrutamos y, en consecuencia, con la muy dañina buena nueva de que pronto, pese a los barones de los partidos o gracias a ellos, digamos aquello tan latino de: "Habemus Caesar".
A partir de ahí, amigas y amigos, amados lectores, volveremos a la normalidad, y con ella, a la bronca diaria, y sobre todo, a la penitencia del Boletín Oficial del Estado que --no sé qué en manos de quien está, sea rojo o azul--, perdónenme la franqueza, siempre jode a los mismos, o sea, a los pobres. Así que prepárense para lo que se nos viene encima. ¡Con lo bien que estábamos...!
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