EL PARO

Me alegro mucho que las estadísticas oficiales nos digan que el paro ha bajado de los cuatro millones en España. Es una buena noticia, sin matices políticos que puedan alterarla. Otra cosa, son los datos que tienen los sindicatos sobre los parados de larga duración, las personas que desaparecen de las listas porque se les terminaron las prestaciones sociales, los jóvenes que no encuentran empleo y se van fuera y los contratos para la miseria que tanto proliferan en el mercado laboral. Ambas maneras de contar los puestos de trabajo son válidas y ninguna de las dos se equivoca, por la sencilla razón de que, cada cual, puede ver las cosas del color que más convenga a sus intereses.

A mí, personalmente me gusta ser optimista, porque andar de pesimista por el mundo del trabajo no soluciona el problema del desempleo. Pero, tampoco, es cosa de ser ingenuo y dejarse llevar por el buenismo gubernamental, sobre todo, si estamos en plena campaña electoral. El paro en España es, desde hace muchos años, un drama insuperado, y si no le encontramos una solución seria y continuada, seguiremos siendo pobres por los siglos de los siglos.

Chutarse una pequeña dosis de HMT (Hay Más Trabajo) no afecta la tensión arterial y sin embargo, es un estimulante natural muy beneficioso para mejorar nuestro alicaído estado de ánimo colectivo. Luego, con el cambio de estación, las cifras ya sabemos que empeoran, pero, como eso sucederá después del verano, dejemos que éste transcurra plácidamente ya que luego la economía nos recolocará donde realmente estemos. Si por el camino alguno de los que ha encontrado empleo ahora se queda entre los que no vuelven al paro, mejor que mejor, porque es lo que ganamos todos.