El Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) acaba de encender la llama de las relaciones laborales en España al sentenciar que a los trabajadores temporales hay que indemnizarlos igual que a los fijos con 20 días por año trabajado. Su razonamiento es impecable y su mandato, de "obligado cumplimiento”.
Inmediatamente los sindicatos españoles se han subido al carro de la sentencia, arrojándose unos méritos que no les corresponden, ya que son ellos, precisamente, los que perdieron hace tiempo la batalla ante el gobierno del Estado y de la CEOE cuando se discutía in situ ese penoso tema.
La respuesta de los patronos, de momento, ha sido como de perfil bajo, lo cual vaticina un tsunami que se va a llevar por delante la mayor, o sea: los 20 días de indemnización para ¡los fijos! Lo cual les resolvería a los empresarios los dos problemas de una sola tacada y acataría de paso la sentencia del TJUE.
Para entendernos: Si los sindicalistas españoles hubieran mantenido el prestigio de sus propias siglas tan manchadas en foros como, por ejemplo, el de los curso de formación en Andalucía, donde colean casi mil millones de pesetas en desvíos y regalos vergonzantes, o en la permanencia en los puestos de dirección durante demasiados años de cuadros dirigentes ya superados por la realidad social; seguramente hoy su legitimidad y su prestigio estarían intactos y podrían plantarle cara a cualquier gobierno que quisiera cargarse los convenios o las indemnizaciones por despido y no necesitaría que un tribunal de Bruselas les salvase el trasero.
Pero cuando lees hace tan solo un par de días que hasta el secretario general del sindicato que fundara Pablo Iglesias lo que ansia es que los militantes del partido que creó Manuel Fraga se afilien a sus siglas --como antes propició que Esquerra Republicana se apropiara del mismo en Catalunya--, exclamas aquello de "apaga y vámonos" que solemos decir en este país cuando algo ya no tiene ni remedio ni sentido. Para los mas jóvenes aclaro que el Pablo Iglesias que cito es el Pablo Iglesias Posse, el Abuelo, (1850-1925) fundador del PSOE y de la UGT, un honrado linotipista nacido en Ferrol, cuyas ideas y ejemplo, desgraciadamente, han olvidado tanto los dirigentes socialistas como los ‘ugetistas’, y así les luce el pelo.
Así que déjense los sindicatos de colgarse medallas y recuperen el tiempo perdido regenerándose en profundidad y tratando de recuperar la fuerza social que tenían no hace tantos años, ofreciéndole a los trabajadores ese músculo de poder social que heredaron de sus fundadores y que ha devenido en organizaciones silentes en las que las peleas por la silla de liberado o dirigente es lo más importante en sus pobres vidas.
Sáquense de encima a quienes no sepan o no quieran entender esto y ya verán cómo no les hace falta que un tribunal europeo les dé la razón a los trabajadores, porque estos, sencillamente, ya tienen en sus relaciones laborales los derechos que les corresponden.
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