De izquierda a derecha: Ángel Pestaña, Simó Piera y Salvador Seguí, tres de los principales líderes de la CNT catalana en 1918
La editorial cacereña 'Periférica' reeditó hace cinco años una novelita de Salvador Seguí 'más o menos autobiográfica', de unas setenta páginas. Escuela de rebeldía se publicó en 1923, tres semanas después de ser asesinado el Noi del Sucre con sólo 36 años de edad; ¿quién repetiría hoy el repugnante decir que los anarcosindicalistas 'no eran tampoco monjitas de la caridad', al estilo de lo dicho hace poco por un cargo de la CUP, a propósito de Ernest Lluch?
En aquel relato, Juan Antonio –alter ego del autor- "iba al fondo de la cuestión sin divagaciones inútiles". El anarquismo ha pugnado siempre contra su propio nombre, convertido en sinónimo de violencia. "El bien más preciado es la libertad, hay que defenderla con fe y valor" puede entrar en contradicción con una acción directa salvaje e impaciente.
En Sindicalismo español en la encrucijada, el libertario José Borrás se hacía eco en 1978 de unas consideraciones efectuadas en plena dictadura de Primo de Rivera. Así, en 1925, Juan Peiró expresaba su inquietud por la pervivencia de los sindicatos. Tenía claro que era imposible reclamar la coincidencia ideológica entre todos los obreros de un ramo o de una industria.
Y se preguntaba: "¿Cómo y por qué declarar que el sindicato es franca y netamente anarquista, o que está enrolado en cualquier otra bandería política? ¿Acaso no se comprende que una declaración de esa naturaleza determina a que los trabajadores no anarquistas se nieguen a afiliarse al sindicato? ¿Con qué derecho se les puede exigir, como otras veces se les exigiera, que ingresen en el sindicato, si su ingreso ha forzosamente de implicar la aceptación de un ideario que pueda estar en pugna con sus creencias políticas o religiosas?".
Hoy se debería hablar de 'transversalidad' como un bien dentro de un sindicato o de un partido. Es irrenunciable integrar innumerables sensibilidades distintas dentro de una organización, para que ésta no sea el 'coto cerrado' de una oligarquía que siempre acecha. Peiró decía creer en 'el aporte' de las oposiciones y en la renovación de métodos, "sin alterar ni rozar la esencia de los principios y de las ideas".
El sindicalismo ha de ser ejemplar y jamás laborar en provecho de una casta trepadora. Para transformar a fondo la sociedad hay que "atraerse la simpatía y la adhesión de todos los sojuzgados por la situación presente". ¿Por qué? Porque hay que ayudarles de veras a vivir como personas.
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