viernes, 29 de marzo de 2024 12:57
Opinión

​FE EN EL AZAR

Ángel Piñeiro
Ángel Piñeiro

Nacido en Santiago de Compostela en 1973. Realizó su licenciatura en Física y su doctorado en Física Aplicada en la Universidad Compostelana. Fue Profesor Asociado durante 6 años en la Facultad de Química de la Universidad Nacional Autónoma de México. Realizó un postdoctorado en la Universidad de Groningen y fue investigador visitante en la Universidad de Southampton y en el Instituto Laue-Langevin (Grenoble). Es autor de numerosas publicaciones internacionales dedicadas principalmente al desarrollo de modelos y simulación computacional de interacciones entre moléculas. Es también socio fundador de las spin-off de la USC “Sofware 4 Science Developments S. L.” y “MDUSe Innovations S.L.”. Actualmente es Profesor del Departamento de Física Aplicada de la USC y colabora activamente con las spin-off de las cuales es promotor. Aficionado a las nuevas tecnologías, a la ciencia ficción y al running.

Azardados


"Dios no juega a los dados" decía Albert Einstein expresando su resistencia a aceptar el principio de incertidumbre de Heisenberg, que dice que no es posible determinar con absoluta certeza la posición y la velocidad de una partícula en un momento dado. Existe un debate abierto acerca de si con esa frase Einstein estaba haciendo referencia a una deidad religiosa o a la naturaleza.


Dejando fuera esta discusión teológica, la realidad es que el azar juega un papel crítico en el mundo en el que vivimos, incluyendo nuestra propia existencia como raza humana. El ejemplo más claro es el de las mutaciones aleatorias en nuestro genoma, que a lo largo de millones de años desembocaron en lo que hoy somos tanto nosotros como el resto de los animales. Todos presentamos pequeñas variaciones en nuestras secuencias de ADN que nos distinguen no sólo unos de otros en nuestra apariencia externa, en nuestra personalidad y en nuestro comportamiento, sino también a nivel molecular.


La secuenciación de ADN de manera masiva ya ha comenzado y ha permitido, entre otras cosas, encontrar múltiples mutaciones dentro de proteínas de la misma especie de manera casi rutinaria. Muchas de estas mutaciones son conservadoras y no tienen ningún efecto apreciable ni a nivel físico ni a nivel biológico mientras que otras tienen efectos significativos, presentando ventajas o inconvenientes, asumibles de alguna manera, y algunas son fatales para los individuos que las padecen.


En cualquier caso, todas estas mutaciones dejan en evidencia que el azar juega un papel muy importante en nuestra existencia. Hay más ejemplos en los cuales el azar se revela como una fuerza poderosa y no en un sentido positivo precisamente. Hace sólo unos días, Cristian Tomasetti, Lu Li y BertVogelstein, de la Universidad Johns Hopkins de Baltimore, publicaron un artículo en la revista Science en la que revelan que la mayor parte de las mutaciones cancerígenas provienen de errores aleatorios en el proceso de replicación del ADN.


Obviamente hay factores de riesgo, como el tabaco, que contribuyen a un número importante de tumores pero, según estos autores, el peso del azar en la probabilidad de contraer cáncer es mayoritario.


En el mismo número de la revista Science, un equipo dirigido por el profesor David A. Sinclair, con doble vinculación a la Escuela Médica de Harvard (Boston) y a la University of New South Wales (Australia), publicaron un artículo en el que revelan que una molécula a la que llaman NAD+ desempeña un rol crítico en la replicación del ADN, siendo capaz de reparar errores y de esta manera cancelar el efecto del azar. Esta molécula debería tener un papel importante en la prevención del cáncer y también debería servir como tratamiento antienvejecimiento o incluso de rejuvenecimiento (efecto que ya fue demostrado en ratones). 


En este caso, la cancelación del azar tendría un efecto claramente positivo. Como estamos viendo, el azar en las mutaciones puede jugar tanto en favor como en contra de quien las sufre.


La incertidumbre y el azar desempeñan un papel importante no sólo en física cuántica y en biología sino también en química, en computación e incluso enmultitud de procesos naturales macroscópicos. Por ejemplo, la química combinatoria se basa en el enlace secuencial de grupos moleculares tomados aleatoriamente de una muestra previamente seleccionada y permite sintetizar muy rápidamente cientos de miles de compuestos diferentes que luego se seleccionan mediante procesos químicos bien estandarizados para aplicaciones específicas.

En computación, la generación de números aleatorios es ampliamente utilizada para el análisis de múltiples problemas entre los que destaca la resolución numérica de ecuaciones complejas, con aplicaciones en ingeniería, múltiples industrias y también en ciencia básica.


Otro caso digno de mención es el del famoso “efecto mariposa”, que debe su nombre a Edward Norton Lorenz, un matemático estadounidense fallecido hace pocos años (2008) yquien lo planteó de la siguiente manera: “si se parte de dos mundos o situaciones globales casi idénticos pero en uno de ellos hay una mariposa aleteando y en el otro no, a largo plazo, ambos mundos acabarán siendo muy diferentes”.


Esto es posible por múltiples factores, por ejemplo, la perturbación causada por el aleteo de la mariposa podría transmitirse por el aire amplificándose por la contribución de otros efectos y dando lugar a una lluvia que a su vez haga que un niña se resbale haciéndose una herida que le provoque una infección por lo cual decida hacerse médico y salve la vida de personas que a su vez tendrán un impacto importante en la evolución de ese mundo. Si atribuimos al azar el hecho de que la mariposa aletee, tenemos aquí otro ejemplo de su importancia.


Ejemplos menos elaborados los vemos todos los días con los múltiples juegos de apuestas y loterías en los que casi todos hemos participado alguna vez. De alguna u otra manera, los humanos presentamos cierta adicción a la adrenalina, endorfinas, dopamina (y probablemente alguna otra molécula) provocadas por la existencia del azar en casi todos los actos que llevamos a cabo, desde un simple juego de cartas hasta la incertidumbre ante la respuesta de otra persona a algo que queremos de ella, pasando por la incógnita ante el número de lecturas que tendrá un texto como el que ahora lees por parte del autor del mismo antes de publicarlo.


Por todo lo mencionado en esta nota, parece que tanto nosotros como nuestro supuesto creador somos adictos al azar. Quizá esto pueda interpretarse como una evidencia del famoso enunciado que dice que Dios nos creó a su imagen y semejanza. Siguiendo la metáfora de Einstein es posible afirmar que Dios no sólo juega a los dados sino que lo hace de manera compulsiva y a todos los niveles al punto que podríamos decir que es ludópata.



Artículo publicado originalmente en Galiciapress

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