miércoles, 30 de abril de 2025 18:04
Opinión

El show de Donald Trump, los tulipanes rojos y la ausencia de Musk

Carmen P. Flores
Carmen P. Flores
Directora de Pressdigital

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Es conocido que los shows de las televisiones de Estados Unidos son muy buenos, cuentan con verdaderos genios. Se ríen de ellos mismos y las críticas a los políticos, con ese humor tan característico, hacen las delicias de los telespectadores. La puesta en escena es genial y las nuevas generaciones no desmerecen a sus antecesores; vale la pena verlos. Son unos maestros de la crítica con humor inteligente que deja no solo sonrisas, sino más de una carcajada, algo que viene muy bien a la salud.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que lleva unos dos meses y medio en el cargo, está montando cada show que tiene al mundo horrorizado. El gran actor de la política norteamericana la está montando parda, sin arrancar una sola sonrisa; más bien, más bien  caras de horror que muestra la preocupación por sus medidas anunciadas que todos conocen. La penúltima, la explicación de la subida de aranceles a “todo el mundo”, entre ellos el europeo, a la que además insulta y llama ladrones.

La escenificación de su show tuvo lugar en los jardines de la Casa Blanca (Jardíne de las Rosas), con el edificio presidencial cubierto degrandes banderas americanas, atril, y debajo de este una larga hilera de tulipanes rojos. El famoso libro en el que estampa su firma grandísima, por cierto, muestra que se ejecuta lo que había anunciado nada más tomar posesión. El escenario se completa con una representación de sus amigos, gente del mundo económico, social y, para que perciba la gente que es plural, algunos trabajadores, como bomberos, que adornan muy bien.

En ese show, que protagoniza Trump, es el rey de la obra, cuya pretensión es demostrar al mundo que es el dueño y señor de este planeta llamado Tierra: que manda, decide, insulta, cambia las reglas y el que no las asuma queda señalado como “enemigo de EE. UU, como si Estados Unidos fuera solo él.

Llamó la atención la ausencia de su sombra hasta el mismo martes, Elon Musk, que no estaba presente en esta jornada histórica en la que debía compartir los aplausos. Ello significa, como era previsible, que el presidente se lo ha sacado de encima más pronto que tarde.

El problema de la comparecencia se presenta cuando el presidente anuncia una orden ejecutiva que impone “aranceles recíprocos a países de todo el mundo”, con un arancel del 10% al Reino Unido y del 20% a la Unión Europea. Eso evidenciaba la importancia del espectáculo que ofrecía en directo todas las televisiones del mundo; el anuncio era lo suficientemente trascendental como para estar atentos a la pantalla. Su intervención dejaba al descubierto, si no se arregla antes, la descomposición comercial global, puesto que los aranceles de Trump tienen como objetivo un intento de transformar un modelo económico gravemente dañado. Y, como se puede imaginar, esta maniobra está clara que afecta a todo el mundo.

El discurso de Trump estuvo marcado de insultos, mentiras, manipulaciones y disparates, porque cree que el resto del mundo ha saqueado, engañado a EE. UU. Los asistentes, elegidos, aplaudían a su jefe con gran satisfacción, aunque esta ocasión, el número de asistentes fue inferior a otros actos.

Trump, con esa chulería y cara de desafío, mostró que está dispuesto a poner a prueba los límites de una democracia de 250 años para tomar represalias contra aquellos que él considera enemigos, aunque no sea así. También tiene la idea de que, llegado el momento, con esa obsesión de los enemigos que ve por todas partes, puede llegar incluso a desmantelar partes del gobierno federal, o expulsar a los estudiantes que están legalmente en el país, entre otras medidas. Su irracionalidad ha llegado hasta tal punto que incluso ha cortado la financiación a las mayores universidades de investigación de Estados Unidos.

Lo cierto es que este jueves, las bolsas europeas sufrían una bajada del 3% y el mercado de divisas, el dólar estadounidense, bajó m, llegando a su nivel más bajo desde que Trump  ocupó la presidencia. Con esta guerra de  aranceles, nadie gana, ni siquiera EE. UU., que se verá tocada por varios frentes. Los efectos los sufrirá  la ciudadanía norteamericana.

Dos cosas a señalar, además del anuncio bomba: que Musk no saldrá más en las fotos en el interior de la Casa Blanca, con niño incluido, y que los 200 millones que puso para la campaña electoral del ahora presidente, más los casi 1.000 millones que logró arrancar a sus amigos, y la puesta a su disposición de la red social X, portavoz potente que le ha ayudado y de qué manera en el resultado de las elecciones, ha servido a Trump para recuperar la presidencia y a Musk para pensar que sería el verdadero presidente en la sombra, cosa que no ha ocurrido. Trump lo ha utilizado como un clínex. Lo que ocurre es que el dueño de X es lo suficientemente maniobrero como para hacer caer a su amigo Trump. Su aspiración seguirá siendo llegar a la Casa Blanca, no colo invitado, sino como inquilino.

Dos, que delante del atril, una gran hilera de tulipanes rojos adornaba al artista del show. Dicen los entendido que a  las personas que les gustan estas flores afirman que son líderes natos y hacen que los demás confíen en su criterio. El color rojo no es casual, es el del amor y la pasión. Dos cosas que dice sentir Trump por su “rancho”, que es EE. UU. para él y además el color de su partido, los republicanos

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