En la mañana de este lunes, en la Audiencia Nacional, se producía una foto histórica: la familia Pujol Ferrusola sentada en el banquillo de los acusados. Los siete hijos del expresidente, delante de un jurado para ser interrogados por fraude fiscal, blanqueo de capitales, entre otras cosas. Los siete hermanos por los que el fiscal pide distintas penas que van desde los 14 a los 29 años de prisión.
El presidente Pujol, pese al deterioro de salud que sufre y los consejos de los médicos de que no está para ser interrogado, el tribunal de la Sección Primera de lo Penal ha decidido interrogarlo por videoconferencia, quien, por cierto, declaraba que “no estoy en mi mejor momento”. Pese a ello, no ha pedido al tribunal que le exonere del juicio. Como su declaración ha sido a puerta cerrada, de momento no se conocen las declaraciones del expresidente, pero alguien las filtrará más pronto que tarde.
Las dos primeras jornadas estarán dedicadas a cuestiones previas, entre ellas que la defensa de los acusados presente alegaciones para que el juicio no se llegue a celebrar. Buenos abogados defenderán a los Pujol, que nunca en su vida hubieran pensado verse sentados en un banquillo. El poder que han tenido en Catalunya durante los años en que su padre ha sido presidente de la Generalitat de Catalunya ha servido para que la familia amasara una fortuna considerable.
Todos los hijos de Pujol, especialmente su hijo mayor, que junto con su madre ya fallecida dirigían el lucrativo negocio que les ha aportado millones de euros y un nivel de vida muy por encima de sus ingresos profesionales. ¿De dónde provenían los millones de euros? Según el instructor del caso, el origen provenía de pagos ilícitos realizados por terceras personas, en su mayoría vinculadas a empresas que realizaban entregas millonarias a la familia. A cambio, estas empresas eran presuntamente premiadas por adjudicaciones y concesiones en todo el territorio catalán. ¿Tráfico de influencias? A la vista está, según los investigadores.
Conocido era lo rápidamente que habían hecho fortuna los hijos, especialmente Jordi, cuyos negocios saltaron el Atlántico: empresas en México, donde por cierto su hija se casó con un importante empresario; en Puerto Rico, Argentina, República Dominicana, en toda Centroamérica y Estados Unidos. Un imperio alcanzado con las comisiones conseguidas en Catalunya. Eso sí, las empresas se constituían con un entramado asociativo y con testaferros. Un imperio que está valorado en más de 500 millones, aunque otras fuentes hablan de más.
¿Quiénes dirigían el entramado comisionista? En primer lugar, Marta Ferrusola, la esposa de Pujol. El ejecutor, el hijo mayor, Jordi, que era el gran “capo” del grupo. Mientras que, al parecer, el expresidente hacía la vista gorda. Tenía sentido de culpabilidad por no haber estado más tiempo con sus hijos por dedicárselo a la política. Quizás ese papel, acompañado por alguna que otra reunión con empresarios, había servido para conseguir comisiones. Además, Oriol estaba metido de lleno en el Palau de la Generalitat, es decir, cerca del poder, y ya se sabe que el poder es como la miel. Pero suele suceder que, como decía Enrique Tierno Galván: “El poder es como un explosivo: o se maneja con cuidado, o estalla”.
Después de casi once años desde que se inició la investigación, se supone que material habrá suficiente para demostrar el origen de la gran fortuna de los Pujol Ferrusola. Alguno de ellos con una ostentación excesiva: colección de coches de lujo, relojes de marcas y hasta amigas muy especiales.
Con 95 años que tiene el expresidente Pujol, no es una buena edad para que lo juzguen. Diez años antes sí, pero ahora creo que no. A Pujol, por los servicios prestados, debe juzgarlo la historia. Ahora bien, a sus siete hijos ha de hacerlo la justicia y, como cualquiera que defraude o se enriquezca ilícitamente, que los sentencien con las penas que les correspondan para que aprendan que, en democracia, no se puede utilizar el poder de su padre como gobernante para enriquecerse ilícitamente, sin prejuicio y sin ética, por mucho que vayan a misa.
Muchos ciudadanos han estado pendientes de ver una imagen de los siete hijos sentados en el banquillo y declarando ante sus señorías de dónde les ha venido la riqueza, pasando por la humillación de que toda España los vea. Son las consecuencias de un proceder que nada tiene que ver con lo que se predicaba. Al final se verá cómo termina el juicio, que se presume largo y en el que se descubrirán actuaciones que no se conocían hasta ahora. Decía Séneca que “Aquel que tiene gran poder debe usarlo livianamente”. Los Pujol Ferrusola han utilizado el poder a manos llenas, sin ningún miramiento.

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