jueves, 25 de septiembre de 2025 22:17
Opinión

El alcalde de Terrassa utiliza las redes para difamar: ¿no le da vergüenza?

Carmen P. Flores
Carmen P. Flores
Directora de Pressdigital

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Hay personas que utilizan demasiado las redes sociales para mostrar sus actividades, su vida personal, su acción de gobierno (los que son políticos), difamar a los medios que publican cosas que no les gustan y se quedan tan tranquilas. Este es el caso del alcalde de Terrassa, Jordi Ballart, un viejo conocido de Catalunyapressa al que ha demandado en varias ocasiones. Por cierto, ha perdido todas las demandas contra este medio.

Como no tiene claro ganar otra demanda, utiliza las redes sociales para hacernos una campaña de desprestigio, por eso se dice: “calumnia que algo queda”. Ballart no ha valorado que este medio y quienes están al frente del mismo, si algo no tenemos, es miedo cuando se trata de defender la libertad de expresión, el derecho a informar y luchar contra quienes nos acusan de publicar “fake news”. Aquí también podemos aplicarle el conocido refrán popular que dice: “piensa el ladrón que todos son de su condición”. Ballart, te equivocas: has dado con gente que no se arruga, por muchas presiones que reciban, que las hay, de todo tipo. Pero aquí estamos aguantando.

Este nuevo capítulo de “desencuentro” con el alcalde Ballart viene por la publicación de una información sobre la falta de transparencia de su partido, Tot per Terrassa (TXT), o mejor dicho, el partido de Juan Palomo, el famoso bandolero del valle de los Pedroches y su cuadrilla, Los Siete Niños de Écija, al que se le atribuye la frase que utilizaba muy a menudo: “Soy Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como”, y verán por qué.

Este diario publicaba hace pocas fechas que el Tribunal de Cuentas, en su último informe publicado el pasado mes de junio, le otorgaba a TXT un 0% de cumplimiento en transparencia, entre otras cosas. Datos que son ciertos y están documentados en la información publicada (hay más información).

 

Lo que sucede es que el líder de TXT siempre va de víctima y aprovecha la ocasión para decir que “todo es una mentira y una maniobra electoral contra su figura”. Si hay alguna cosa que caracteriza a Ballart es su victimismo, en lo personal y político: todo el mundo le persigue, se meten con él por su sexualidad, lo quieren destruir política y personalmente. "Hacerse la víctima forma parte de su estrategia. Para ello, lleva a cabo un exhibicionismo político y personal en las redes sociales: fotos con su pareja, sus hijos, criticar, difamar y muchas cosas más para mantenerse en el poder. No le importa mentir ni señalar".

El Partido de Juan Palomo, al frente del cual está el propio Ballart, tiene un diputado en la Diputación de Barcelona, con derecho a contar con un cargo de confianza que le asesore, le haga “informes”. Pues bien, la pareja de Ballart, Ignasi Sagales, es el elegido para ese cargo de “asesor del Grupo TXT”, “grupo” que cuenta con tan solo un integrante. Su salario para ese puesto es de 5.554,68 euros brutos.

Sagales fue el responsable de la campaña electoral de Ballart como candidato de TXT. Con anterioridad, estuvo trabajando como director en la Asociación Educativa Integral del Raval del 2009 al 2019, fecha en que dejó ese trabajo para incorporarse como cargo de confianza a la Diputación. Un cambio importante en su vida profesional y, evidentemente, en su remuneración. ¿Se entiende lo de Juan Palomo, verdad?

Jordi Ballart es un alcalde autoritario, poco tolerante, que quiere tapar la boca a los medios de comunicación para que no informen de las cosas que no quiere que se conozcan. Para ello, no duda en difamar en ese instrumento digital que domina y que utiliza política y personalmente demasiado.

Dicen los especialistas que la sobreexposición de información personal en las redes, conocida como oversharing, está motivada por la búsqueda de aprobación o la necesidad de validación, pero se olvidan de que esto puede llevar a la pérdida de privacidad, a riesgo de seguridad y a que se metan con esas personas. El alcalde Ballart es un adicto a las redes, donde su exhibicionismo roza la estupidez y algo más. Decía Voltaire que: “La estupidez es una enfermedad extraordinaria; no es el enfermo el que sufre por ella, sino los demás”.

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