martes, 19 de marzo de 2024 03:16
Opinión

EL GENIO POE EMPAÑA EL ESPEJO

Miquel Escudero
Miquel Escudero

Edgar a poe


Edgar A. Poe -acaso el mayor genio literario de los Estados Unidos- fue expulsado de la Universidad de Virginia por bebedor y jugador, pero todavía hoy es el más ilustre de sus antiguos alumnos. Quien llegaría a ser maestro del relato corto, enigmático y detectivesco, había sido un excelente estudiante en lenguas clásicas, matemáticas y francés. Murió en 1849, tras vivir sólo 40 años. Ramón Gómez de la Serna le dedicó un largo análisis, donde lo calificaba de insobornable (“era su sueño y él”) y señalaba que inauguró la miseria del artista en América al dedicarse a escritor profesional.


Poe era terriblemente inteligente… y sensible. Al poco de morir su mujer confesó por escrito que: “soy de naturaleza demasiado sensible, nervioso en grado extraordinario… Me volví loco, con largas pausas de juicio sano… Durante esos ataques de absoluta inconsciencia, bebía… -sólo Dios sabe cuántas veces y cuánto-. Con deducción fácil, mis amigos atribuyeron mi locura a la bebida, en vez de atribuir la bebida a la locura… Ya había abandonado toda esperanza de curación permanente para mí, cuando encontré una en la muerte de mi mujer”. Al poco, intentó suicidarse y un año después murió; acaso lo consiguió. Al beber, diría Ramón, empañaba “un cristal del espejo en que se ve uno y el mundo” y, exaltado y entumecido de cuerpo y de espíritu, acabaría convertido en un “muñeco desesperado”.


Doce años menor que él, Charles Baudelaire le admiraba y lo tradujo, opinaba que “quería huir de todas sus amarguras hundiéndose en el fondo negro de la borrachera como en una tumba preparatoria”.


Su continua embriaguez, sus arrebatos vehementes, su talento, todo ello convirtió su figura en escandalosa para la mayoría, gentes incapaces de compasión y respeto y silencio ante un ser desdichado y solitario. 


El autor de ‘Les Fleurs du mal’, próximo a Poe en sus torturadas evasiones, lo veía como un hombre de facultades superagudizadas, un personaje cuya mirada se clavaba “sobre objetos que se agrandan a medida que él los mira”.


Para acabar hoy, escuchemos al propio Poe: “La experiencia ha demostrado, y lo probará siempre la verdadera filosofía, que una parte muy importante de la verdad, tal vez la mayor, surge de elementos en apariencia no relacionados con el asunto”. Silencio, amigos.



Artículo publicado inicialmente en Catalunyapress.es

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