lunes, 12 de mayo de 2025 19:24
Opinión

El premio y el castigo de Merkel

Consol Prados
Consol Prados

Más de uno pusimos ciertas esperanzas en Hollande en las últimas elecciones presidenciales de Francia. Ansiosos de un contrapeso a la política marcada por Alemania y Bruselas, de alguien que liderara una alternativa a esta austeridad dogmática que nos está llevando a todos a la locura.

Más de uno pusimos ciertas esperanzas en Hollande en las últimas elecciones presidenciales de Francia. Ansiosos de un contrapeso a la política marcada por Alemania y Bruselas, de alguien que liderara una alternativa a esta austeridad dogmática que nos está llevando a todos a la locura. Pensando que quizás debía ser Francia quien liderara un nuevo frente europeo. Pero enseguida vimos que muchas de sus aspiraciones programáticas quedaban en poco. Más tarde volvimos a poner el anhelo en las elecciones europeas, creo que con esperanzas mermadas, y ya vimos las consecuencias electorales de estos tiempos de incertidumbres, y especialmente compungidos por los resultados del Frente Nacional francés.

Creo que lo que ha pasado estos últimos días es bastante significativo. Por un lado Merkel premia las medidas de austeridad de Rajoy, y paralelamente en Francia hay una grave crisis de gobierno precisamente como consecuencia de las medidas de austeridad. La división en el seno del Partido Socialista francés se hace más visible con la remodelación del ejecutivo, cae el ministro de economía que cuestiona las imposiciones de Bruselas, y en la remodelación, y según dicen, el nuevo ministro de la cartera de economía es un tecnócrata liberal de acuerdo con las medidas de auteritat. Los dos hechos, la visita de Merkel a España y la crisis de gobierno francés, coinciden con la negociación de la composición de la Comisión Europea. Por eso es tan ilustrativo. Porque en mi opinión, el pensamiento único gana terreno y se impone como paradigma, y merma expectativas de un cambio necesario si queremos recuperar la Europa de los derechos sociales.

No cuestiono las dificultades que conlleva la grave crisis económica. Pero estoy convencida de que se puede y se debería gestionar con otros parámetros.

Inevitablemente me hago preguntas. En alguna otra ocasión lo he dicho, parece que asistimos a la segunda vuelta de aquella política de los años ochenta liderada por Thatcher y Reagan. ¿Qué debe hacer la socialdemocracia para recuperar su credibilidad y liderar una alternativa. Para que esta alternativa la pide mucha gente, aunque lo haga de diferentes formas, y no sólo porque se reclame, sino porque se hace necesaria como modelo político y social en contraposición. Lo que seguro que no puede hacer es seguir los pasos de los dogmas actuales. ¿Dónde está el margen necesario entre la política y la tecnocracia. Como reconducir la impotencia que nos provoca la asistencia a decisiones que nos marcarán individual y colectivamente para mucho tiempo. Cómo demostrar que la desigualdad no hace sociedades más competitivas sino todo lo contrario. Cómo recuperar la importancia de lo colectivo.

La sensación de orfandad de tantos ciudadanos se visualiza en mapas electorales mutantes donde ganan terreno opciones extremas. Históricamente ha sido así y lo sabemos.

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