Dicen que cuando se juega con fuego, al final uno acaba quemándose. Eso es lo que ha sucedido en Catalunya, con una parte de los representantes políticos, institucionales y algún jurídico. Los que deben cuidar del bienestar, la seguridad y la paz de los ciudadanos, que juran cumplir y hacer cumplir las leyes, resulta que por el artículo “25”, al que todos hacemos referencia para no cumplir ninguno, se olvidan de sus promesas, de sus ciudadanos y de las consecuencias que para estos puedan tener sus acciones. Es como si de repente se hayan echado al monte de la insurrección, sin las armas de las leyes, y ¿sin trabucos? ¿O quizás hay un plan B que solo ellos conocen? Es una situación con varias salidas, la mayoría muy malas a tenor de las declaraciones de la vicepresidenta del Govern, Neus Munté, que ha venido a decir que no acatarán el dictamen del Tribunal Constitucional porque solo aceptan el mandato del Parlament. Claro, se olvida de que ha sido solo una parte del Parlament.
Tenemos la primera institución, y la segunda, que no reconocen las leyes españolas, ni la Constitución, ni el propio Estatut, son curiosamente, anti sistemas que hablan en nombre de la libertad, pero como decía Tito Livio, hace tanto años: “en un pueblo libre, es más poderoso el imperios de la ley que el de los hombres”.
Hoy, por mucho que lo mendigue, que ofrezca el oro y el moro a los que hasta hace dos días despreciaba, Mas no será presidente. La humillación, la imagen de país y políticas que se está ofreciendo al mundo es de un país bananero en el que nadie va a confiar. Y la marcha de las empresas hacia tierras más seguras hace tiempo que ha empezado, hasta los más patriotas, como Grífols, han salido huyendo…
Pero después de la desobediencia manifiesta del Govern. ¿va a quedar en nada? Estoy segura que no, que vamos a tener unos largos días muy complicados y que como dice el refrán: “que cada palo aguante su vela”, porque el que aspira a aparecer, renuncia a ser.

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