COMIENZA LA SUBASTA DE ¡QUIÉN PROMETE MÁS!

Coincidiendo con el inicio de campaña, el CIS saca una encuesta con la intención de voto de la ciudadanía. Las encuestas oficiales, siempre pasan por la “cocina”, se condimentan al gusto del “cocinero” de turno y tiene su intencionalidad para animar o desarmar a los votantes y al resto de fuerzas políticas, pero éstas ya lo saben… es el juego de los comicios…

Decimos que se inicia oficialmente, porque la campaña ya comenzó poco después de finalizar las anteriores. Llevamos meses y meses de consignas políticas, de descalificaciones, de incoherencias y de discursos partidistas, sin darle más importancia a las obligaciones que tienen para buscar soluciones a los graves problemas que tiene este país llamado España. Al final pasa lo que pasa, que el desencanto, la decepción y la impotencia hacen mella en los electores, que ponen sus esperanzas en las nuevas formaciones. Es normal, aunque no conozcan sus programas… La vida es así, y que dure, porque el día que se pierda la ilusión y la confianza en que lo que venga será mejor, los partidos políticos se irán al traste, no es broma.

La situación política de provisionalidad hace crecer el desasosiego en todos los campos e impide tomar decisiones de calado hasta conocer la composición final del gobierno y su línea ideológica. Ahora bien, el panorama que hemos tenido hasta ahora no parece que vaya a mejorar después del 26J.

Si los resultados son iguales o parecidos, la posibilidad de formar gobierno será complicada, pero sí o sí, se debe elegir al ejecutivo y no cabe otra solución. ¿Pero quiénes lo formarán? Eso será una vez conocidos los resultados de las urnas pero el sentido común no se podrá dejar aparcado: el interés del país está por encima de los intereses individuales de los partidos políticos. Si eso no prevalece será el gran fracaso de la democracia y el fin de la credibilidad de las formaciones políticas… pero, de momento, hay que esperar.

Los ciudadanos deben leerse bien los programas electorales y creerse aquellas promesas que se puedan llevar a cabo, que sean realmente creativas, que busquen de la mejor manera posible soluciones a los problemas, que creen empleo, que cuiden de los temas sociales -sanidad, educación discapacidad, etc-. Se ha de ser realista y práctico, que no engañen más a la ciudadanía porque el papel lo aguanta todo.

En realidad, las votaciones son “un convenio” entre los votantes y los partidos, por eso, los que llegan a gobernar deberían cumplir con el programa por el cual se le ha votado. Si se incumple ese “convenio”, ¿debería haber un coste para el que lo hace? Debería, pero no es así. Las promesas son olvidadas por quienes las hacen, pero no por la ciudadanía.

Alguien dijo que “el político es un almacén de promesas y de excusas”.