jueves, 28 de marzo de 2024 17:07
Opinión

Good bye Javi! Good bye Pere!

Vicenç Sanclemente
Vicenç Sanclemente

Hola, Soy Javi! Así empezaba un anuncio que pasará a la historia como una de las más insignes aportaciones al mercado electoral que se han hecho en los últimos tiempos. Los penosos resultados de los socialistas a las elecciones europeas han acelerado el viaje de Javi a Bruselas y el regreso de Pere Navarro a Terrassa.

Hola, Soy Javi! Así empezaba un anuncio que pasará a la historia como una de las más insignes aportaciones al mercado electoral que se han hecho en los últimos tiempos. Los penosos resultados de los socialistas a las elecciones europeas han acelerado el viaje de Javi a Bruselas y el regreso de Pere Navarro a Terrassa.

Es evidente que la socialdemocracia en general está en crisis, que en Catalunya los socialistas han pasado unos años entre la espada y la pared por la trampa de la consulta. Pero todo el mundo reconoce que el espacio de centroizquierda es absolutamente necesario, - con estas siglas u otras -, para defender la redistribución de la riqueza. Pero valorando las pasadas primarias en Barcelona y estas elecciones europeas, la pregunta que mucha gente se hace es si el PSC es recuperable.

Los medios y muchos entendidos culpan la retirada de Pere Navarro a dos factores: El resultado de las europeas, y su soledad ante la división interna con clave nacionalistas/unionistas. Yo no estoy muy de acuerdo, creo que el problema viene de más lejos. Una campaña clásica basada en el miedo a Rajoy y en si el señor Cañete tiene tics machistas era ridícula. Y entre un joven candidato nacido del aparato o un abuelo como el fiscal Jiménez Villarejo mucha gente no tuvo ninguna duda.

Durante dos años los medios han puesto mucha atención a los rifirrafes con los críticos, con qué hacían o no el grupo de soberanistas. Los titulares centraban las cocidas políticas en qué pensaban algunos apellidos ilustres. Pero me pregunto si periodistas y políticos han observado cuál era la prioridad del votante socialista.

La gente continúa culpando a los socialistas de la crisis. Y durante estos últimos años, coincidiendo con la estancia de Navarro y su equipo hasta hoy, quienes lo han sufrido más no se han sentido acompañados por el PSC. No han percibido gestos.

En todo esto hay una previa, incluso entre los propios militantes: rabia por qué no se ha producido una política de "tolerancia cero" contra la corrupción. Cosa que se pide a todos los grandes, también a PP y CiU. Pere Navarro ha sido incapaz de imponerse al club de los imputados del PSC. Quizás es que no podía meterse con quien realmente manda, con la yema del huevo. ¿Qué hace todavía Bustos a la Diputación? ¿Qué hacen todavía Dani Fernández o la señora Capdevila en el Parlamento? ¿Por qué José Zaragoza no dio una explicación en la Cámara sobre las escuchas de Método 3. ¿Ha pedido disculpas Narcís Serra? Navarro no ha podido imponerse. Resultado: quienes no luchan contra la corrupción, no son de fiar y esto ha provocado incluso que muchos militantes hayan dejado de ser simpatizantes.

Los ciudadanos y ciudadanas están dolidos con los socialdemócratas, con el PSC. Y el problema no viene de unos meses. Si no de cuando lo gestionaban todo, ayuntamientos, generalidad, gobierno central, y parecía que hacían de su política, esto sólo, el arte de "gestionar" y de repartir cargos. Por esta meta, el poder por el poder, la verdad, no hacen falta los socialdemócratas. ¿Qué valor añadido aportan?

Quiero explicar una anécdota. Hacia el 2008, una alta funcionaría del ayuntamiento de Barcelona me dio una carta que había recibido su tía, de más de 90 años, desde el área de Servicios Sociales, gestionada por Iniciativa y por socialistas. Habían decidido sacarle la ayuda para obtener un taxi adaptado por sus desplazamientos (subvencionado costaba 1'5 euros) por que habían descubierto que seguramente la tía podía andar y que tenía una parada de autobús a unos 500 metros de casa.

Los familiares protestaron, y entonces el ayuntamiento decidió pagar una jornada de un inspector, para comprobar una mañana si la abuela podía realmente andar con su ta-ka-tá hasta la parada del autobús o no. La escena fue surrealista. La abuela cuando vio el señor apuntando a su detrás le preguntaba a la sobrina: ¿"Y este joven quién es?". Podía andar, pero no subir al autobús. Quedaba claro que, con los años, la señora no iba a mejorar. El colectivo de gente con discapacitados organizó una serie de protestas contra esta medida a la plaza Sant Jaume. Este es un ejemplo de gestión ridícula. Lo mismo fue sucediendo con otras muchas decisiones de externalización y privatización de servicios. Lógicamente, esta familia no votará más al PSC en unos cuantos años. ¿Para quién acabaron gobernando, pues, los socialdemócratas? ¿Por los gerentes?

Durante todo este tiempo en el que han estado a la oposición, cuántas veces hemos visto al señor Navarro o el señor Collboni, con colectivos de parados, con Panrico, con la PAH, con la Federación de Asociaciones de Vecinos, con los afectados por las preferentes, con organizaciones ecologistas, con los Iaioflautas, con los jubilados, con las personas que están perdiendo en la dependencia, con los usuarios de la sanidad, con los estudiantes que tienen que marchar al extranjero. Quizás lo han hecho, pero no se ha visto. ¿Es que los políticos no tienen familia? ¿Es que no pisan la calle? ¿A que se debe de la aprobación cocida a salto de mata de Barcelona World?

A quien votará una familia humilde, ¿a Collboni o a Ada Colau? ¿Qué quiere la gente que tiene el agua al cuello? ¿Ver a los socialistas haciendo "negocios como siempre", pactar o "volver a las raíces"y hacer de oposición? Después de este enorme enojo de los ciudadanos y ciudadanas contra la corrupción, contra la ostentación, contra la endogamia de una clase política anticuada, por mucho que quieran vestir de diseño y parecer jóvenes, -con esto coincido con Miquel Jiménez, esto no se arregla con diseño-, algunos ciudadanos y ciudadanas, incordiados, ¡han decidido soñar! Yo no sé si desde de alto, con prisas, un grupo de poder en que ha acontecido el PSC, puede volver a ser un partido. Quizás tendrá que esperar alguna década a regenerarse de bajo arriba, desde los barrios. Antes, recibirán muchas más lecciones de humildad y quizás, por la quiniela al desierto, necesitarán alguien con más autoridad que en Navarro.

Estas pasadas elecciones había muchas siglas para elegir, muchas utopías a las que aspirar, y mirando a la mesa, era toda una tentación, cerrarse detrás la cortina, con seis o siete papeletas en la mano, elegir una, ponerla en un sobre y poder decir: Good bye!

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