Corrían los años locos de la transición y el cambio cuando, una de las primeras decisiones que partieron del gobierno se llevó por delante la "prensa y radio del Movimiento". Parecía lógico que el Estado no tuviera medios de comunicación propios que ofrecieran una visión idílica del régimen a costa de los dineros del contribuyente.
Algunos colegas, que andábamos abriendo caminos en medios privados, celebramos modestamente desde la radio el día aquel que ya no fue necesario conectar con Radio Nacional para emitir "el parte" y escuchamos con emoción el primer informativo libre de una emisora libre.
La celebración se vio cercenada por la permanencia de la televisión y la radio pública, trasunto de la "prensa del movimiento". En las redacciones, cuajaditas de esperanzas y ansias de libertad, se confiaba que siguiera el mismo camino que el papel la imagen y el sonido públicos. Ingenuidad, pura ingenuidad la nuestra.
No solo se mantuvo el juguete estatal sino que, al correr del tiempo, esa "prensa del movimiento", dio a luz una multitud de canales autonómicos so pretexto de fomentar las culturas autóctonas y ofrecer eso que llaman pomposamente "servicio público". Ahora, que se ha puesto en cuestión la viabilidad de Canal 9, recuerdo el gran "servicio público" que ofrecía la tele valenciana con un programa de cocina presentado por Bárbara Rey equiparable al "Corazón" de TVE.
Ha tenido que ser la crisis la que ponga en riesgo los juguetes audiovisuales de todos y cada uno de los gobiernos autonómicos, al nacional no hay quien lo frene cueste lo que cueste, mientras los medios privados, prensa, radio y televisión, se mantienen a duras penas manteniendo con sus impuestos esta nueva "prensa del movimiento".
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