Han tenido lugar algunos acontecimientos que me han desconcertado. Por un lado, me sorprende, no tanto la muerte, por esperada, de Mandela, como el alud de noticias que nos hablan de la persona, del personaje. Hay que reconocer tanto su compromiso, como su perseverancia y su sufrimiento en la lucha por unos ideales nobles y justos, y su papel en el fin del apartheid y la reconciliación, así como su renuncia voluntaria al poder.
Han tenido lugar algunos acontecimientos que me han desconcertado.Por un lado, me sorprende, no tanto la muerte, por esperada, de Mandela, como el alud de noticias que nos hablan de la persona, del personaje. Hay que reconocer tanto su compromiso, como su perseverancia y su sufrimiento en la lucha por unos ideales nobles y justos, y su papel en el fin del apartheid y la reconciliación, así como su renuncia voluntaria al poder. Pero en las alabanzas parece que sólo se quiera hacer un relato personal, pasando de puntillas sobre las contradicciones sociales y políticas en las cuales desarrolló su compromiso col?lectivo, de lucha por la libertad y la igualdad inscrita en la defensa de unos valores que hoy son cuestionados por los poderes hegemónicos en sus prácticas políticas.
Suena a hipocresía sentir algunos elogios de determinadas bocas, que, sin ningún rubor, hoy abanderan los recortes de derechos laborales y sociales. Parecen insensibles a la hipocresía que proyectan al alabar la figura de Mandela, comprometido con la mayoría social y opuesto a las prácticas de dominación y empobrecimiento social. Quizás valdría más que en vez de alabarlo asumieran el que dijo en vida: "La pobreza no es un accidente, como la esclavitud y el apartheid es una creación del hombre y puede eliminarse con la acción de los seres humanos".
Por otro lado, también me ha desconcertado la celebración de la fastuosa boda en Barcelona de un multimillonario hindú. No tanto por la boda en sí (bienvenida si es por amor), sino por toda la parafernàlia de lujo y publicidad que lo ha rodeado. Si se quieren casar que se casen. Si se quieren gastar el dinero que lo hagan. Pero que este acto desmesurado en las formas y los gastos reclame la presencia de los gobernantes de nuestro país y de la ciudad me parece fuera de tono, inoportuno e insultando. Los mismos que se ponen las mejores galas y que aparecen como felices invitados en la boda del rico son aquellos que se pasan el día recordándonos que hay que ser austeros, que estiramos más el brazo que la manga, que no hay dinero para hacer las cosas que afectan las personas y que no nos quejamos que todo se arreglará. Estos mismos, cuando denunciamos la pobreza y la desigualdad, miran hacia otra banda y cuando los decimos que hay dinero, pero que están mal repartidos, nos dicen que no sabemos el que decimos. Y por si no había basta tenemos que soportar que un acto privado como la boda del millonario abre el telediario, precisamente cuando la misma semana ha apagado la denuncia hecha a los presupuestos antisociales.
Estoy desconcertado. Y los datos siguen siendo preocupantes: el 26,7% de la población en Cataluña está en riesgo de pobreza, hay 147.000 hogares que no pueden asumir los gastos de carne, pollo o pescado al menos cada dos días, 193.000 hogares no pueden mantener la vivienda a temperatura adecuada y 924.000 hogares no pueden hacerse cargo de gastos imprevistos. Una Cataluña que tiene 96.100 hogares donde no entra ningún ingreso y 245.600 con todos sus miembros activos al paro. Quizás por eso los ejercicios de cinismo e hipocresía de unos gobernantes y otros me dejan desconcertado y me mantienen indignado.
Joan Carles Gallego, Secretario general de CCOO de Catalunya
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