Buenos son los festivos para dejarse ir, intentar olvidar los malos rollos y echar mano de lecturas perdidas. Unas veces se consigue y otras el presente te golpea donde menos lo esperas.
Buenos son los festivos para dejarse ir, intentar olvidar los malos rollos y echar mano de lecturas perdidas. Unas veces se consigue y otras el presente te golpea donde menos lo esperas.
Cita Baroja, en su "Patología del golfo": "el zurupeto de la puerta de la Bolsa, el cómico sin contrata, el empresario sin un cuarto, y últimamente todos los socios de la Sagrada Cofradía del Sable". Interesado por el vocablo, leo en el diccionario de la RAE que se trata del "Corredor de bolsa no matriculado" e "Intruso en la profesión notarial".
Mira tú por donde, cuando paladeaba la lectura, topo con la palabreja que viene a recordarme la afición de los hispanos a ponerse medallas fantasmas y a llenar su "curriculum" de títulos nunca conseguidos; adornan su expediente académico con diplomas ajenos para intentar deslumbrar incautos y justificar su existencia en la vida pública y con ella sus emolumentos.
Los zurupetos de Baroja se me aparecen en estos tiempos de zozobra y me producen una cierta ternura; sus hechos acabarán por desmontar sus fingidos conocimientos que, por más que inflamen su biografía, acabarán por demostrar su incompetencia por muchas universidades ajenas o propias que los avalen.
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