La vida, se muere uno de vida, se ha llevado a Lolita Sevilla cuando la canción que la hizo famosa volvía a estar de moda. En estos días, los ancianos del lugar hemos recordado el inefable pasodoble dedicado a aquel Mr. Marshall de Berlanga que dejaba con un palmo de narices las ilusiones de aquel pueblo regido por Pepe Isbert.
La vida, se muere uno de vida, se ha llevado a Lolita Sevilla cuando la canción que la hizo famosa volvía a estar de moda. En estos días, los ancianos del lugar hemos recordado el inefable pasodoble dedicado a aquel Mr. Marshall de Berlanga que dejaba con un palmo de narices las ilusiones de aquel pueblo regido por Pepe Isbert.
En Alcorcón, a diferencia del imaginario Villar del Rio, sus habitantes recibieron, varias veces, al jugador de ventaja Adelson que anduvo por estos pagos para vender una moto que no tenía motor financiero; más de una decena de bancos habían negado la financiación del proyecto "Eurovegas" pero el tahúr estaba seguro que, la necesidad, obligaría a los españoles a comulgar con ruedas de molino con tal de crear esa Barataria en la que quería gobernar sin control legal alguno.
Váyase en buena hora el farolero a territorios donde acepten su órdago y le compren la mula ciega que, en el pecado llevarán la penitencia.
Si siento el desengaño es solo por aquellas gentes de Alcorcón/Villar del Río, que se vistieron de andaluces para recibir al presunto magnate como en la película de Berlanga; ahora, siguiendo el guión, espero a las autoridades que, desde el balcón, den alguna explicación razonable: "Como alcalde vuestro que soy" que decía Isbert con el pasodoble de Lola Sevilla como música de fondo.
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