Claro, estas cosas me pasan a mí por ser de letras; por haber dedicado mucha vida a leer a los clásicos, a interesarme por las guerras púnicas y despreciar olímpicamente que la suma de los ángulos de un triángulo sea igual a dos rectos, cuestión absolutamente insoportable para cualquier persona sensata.
Hoy nos hemos desayunado con una euforia periodística motivada por la subida de los precios manifestada en eso que llaman el IPC; otro concepto incomprensible.
Como soy un ignorante de tamaño familiar, siempre he pensado que una de mis alegrías sería la bajada de los precios considerando que mis magros ingresos no suben ni a tiros; siempre he pensado, contra toda teoría económica, que no importaría ganar menos si lo artículos que uno adquiere para alimentarse, vestirse y limpiar el trasero tras las convenientes deposiciones costasen menos. Por tanto, no entiendo los titulares felices porque, por fin, los precios han subido en Noviembre.
Un día de estos, dedicaré dos tardes, como aquel sabio de León, que era de Valladolid, a documentarme a fondo sobre estas cuestiones económicas para ver de compartir la alegría que nos invade porque los precios suben.
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