En 2005, un imprudente dominguero decidió encender un fuego en los montes del Alto Tajo y desató una de las mayores tragedias que ha vivido la provincia de Guadalajara: Miles de hectáreas quemadas que tardarán decenios en recuperarse y lo más importante, once muertos entre los operarios que acudieron a apagar el incendio.
En pocos días, la noticia desapareció de los medios de comunicación; ni siquiera Mercedes Milá acudió a dar las campanadas de la noche vieja como lo hiciera en Muxia cuando el hundimiento del Prestige asoló las costas gallegas. Allí no hubo muertos y en cinco años los hermosos paisajes de las rías se había recuperado totalmente.
Una leve sentencia al imprudente y una indemnización que nunca se pagará fue el resultado judicial tras la penosa instrucción de la jueza de Sigüenza que recibió toda clase de presiones para no implicar a la Junta de Castilla La Mancha por su desastrosa gestión del incendio.
No hubo ninguna demanda de responsabilidades políticas, ni consuelo a las familias de los muertos hasta varios años después. Visto el jaleo sobre la sentencia del Prestige, no puedo dejar de preguntarme si las diferencias de trato de un tema y otro por algunos medios de comunicación tuvo algo que ver con el color político de quienes gobernaban en Galicia en los tiempos del chapapote y en Castilla La Mancha y los once muertos del incendio.
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